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La psicología deportiva en el alto rendimiento. Características fundamentales

Objetivos del deporte de alto rendimiento 

El deporte de alto rendimiento se originó con el olimpismo moderno y está dirigido tanto al deportista como al deporte. En el primer caso, su fin es forjar deportistas de élite mediante el uso de técnicas especiales de tratamiento, evaluación, diagnóstico, entrenamiento, nutrición, descanso, etc. que involucran numerosas disciplinas que se conocen como ciencias del deporte. Dirigido al deporte como tal, su objetivo general es desplegar los ideales del olimpismo como la competencia regulada (tener deportistas altamente preparados para que compitan al mejor nivel), el juego limpio, el espectáculo y la juventud (Vargas, 1994).



Contexto del deporte de alto rendimiento 

El deporte de alto rendimiento está encaminado hacia la alta competencia ya que es esencialmente agonista. En este sentido, un deportista de alto rendimiento se caracteriza no tanto por su talento sino porque es capaz de desempeñarse deportivamente a niveles muy superiores que se materializan en resultados y productos como medallas y récords, lo que requiere un proceso de formación agudo de al menos 15 años (aunque los ciclos de preparación son particulares a cada deporte, al igual que los ciclos de competencia) (García-Naveira, 2010) que lleva a optimizar y perfeccionar su rendimiento al mejor nivel técnico, táctico, psicológico y físico en el deporte que practica, mediante el aprovechamiento de los progresos tecnológicos y científicos.

Este tipo de atletas fueron detectados como talentosos en las escuelas de formación y luego pasaron a hacer parte de un ciclo competitivo o profesional que está determinado por un alto nivel de desempeño que se alcanza gracias a un entrenamiento intensivo.

Entrenamiento deportivo de alto rendimiento: El entrenamiento involucra una práctica sistemática que puede ir de 2 a 6 horas diarias, 5 o 6 días a la semana (Ruiz, Sánchez, Durán y Jiménez, 2006), y que necesariamente incluye un preparador físico especializado y unos planes de acondicionamiento físico-motrices, médicos, nutricionales, técnicos, etc. Debido al tiempo y esfuerzo invertido, el deporte de alto rendimiento está dirigido a aquellos deportistas que ya hayan demostrado rendimientos superiores en su respectivo deporte, por lo que su desempeño es altamente predecible (de 4-6 años en prospectiva).


Aportes de la psicología deportiva al alto rendimiento

Un aspecto que suele ignorarse en los deportistas de alto rendimiento es su destreza psicológica, que es precisamente la que le permite rendir a niveles superiores respecto a habilidades como la atención, la concentración, la motivación y el control emocional (en aspectos como la autoeficacia y el autoconcepto) y mental (García-Naveira, 2010).

Dentro de este contexto, el psicólogo deportivo del alto rendimiento se encuadra en actividades profesionales de investigación evaluación e intervención que implican técnicas de observación sistemática, experimentación, estudios de caso, cuestionarios, entrevistas y etnografías principalmente (Culver, Gilbert y Sparkes, 2012; Martens, 1987; Weinberg y Gould, 1996) con el fin de investigar los diferentes componentes del deporte de alto nivel, haciendo de la psicología deportiva una disciplina analítica e inferencial, altamente predictiva y muy aplicada al alto rendimiento.

Las teorías básicas (sensación y percepción, emoción, motivación, personalidad, aprendizaje y comportamiento social) y contextuales (fisiología del esfuerzo, por ejemplo) de la psicología se aplican al alto rendimiento con un enfoque primordialmente cognitivo-conductual (otros enfoques son el conductual, el clínico y el psicofisiológico) que principalmente buscan mejorar el rendimiento del deportista de élite tanto en la competición como en el entrenamiento (Weinberg y Gould, 1996).



El aporte de la psicología funde la metodología y la teoría para ayudar al deportista a desarrollar una esfera de conocimiento sobre su propio deporte y sus diferentes dimensiones (por ejemplo, aplicando talleres de análisis de desempeño y fracaso). Sin embargo, sus aportes más sobresalientes estriban en el entrenamiento mental, que hace uso de las habilidades psicológicas del deportista (motivación, control atencional, control de la ansiedad, autoconocimiento) así como de un conjunto de técnicas, métodos y estrategias para adquirir otras (establecimiento de objetivos, visualización, relajación progresiva, auto-habla, etc.), enmarcando el entrenamiento psicológico en unos niveles de asesoramiento específicos que apuntan concretamente a establecer un equilibro perfecto entre el dominio corporal y el psicológico, característica indispensable de los mejores deportistas de alto rendimiento (Dosil, 2004). Igualmente, el psicólogo puede asesorar a entrenadores en cuestiones como el clima deportivo o la cohesión grupal (Rojas y Velásquez, 2008).

El aporte de la psicología se puede ubicar entonces en la investigación del alto rendimiento o en un ámbito más aplicado, metodológicamente hablando (Dosil, 2004; Rojas y Velásquez, 2008; Serrato, 2005; Weinberg y Gould, 1996) en instituciones de diversa índole asesorando a los deportistas de alto rendimiento en cuestiones como el desempeño, la potencialidad y el talento, las lesiones deportivas, el fracaso deportivo, el retiro y las descalificaciones. Además, participa en la aplicación de una amplia gama de pruebas psicotécnicas, así como de técnicas psicológicas para la evaluación y la intervención sobre el control emocional y mental.


Aspectos psicológicos fundamentales para ser introducidos en los planes de preparación psicológica en el alto rendimiento

El deporte de alto rendimiento le exige especialmente a la psicología y sus áreas de intervención planes de preparación psicológica fundamentales respecto a la atención y la concentración, el control de pensamientos limitantes, el afrontamiento, el control/regulación emocional, la autoconfianza, la autoeficacia y la motivación. A continuación se pasarán brevemente estos tres últimos factores, que curiosamente están estrechamente relacionados entre sí.

Un aspecto fundamental en la psicología del alto rendimiento deportivo es la autoconfianza -la creencia de que se puede realizar satisfactoriamente una conducta deseada (Weinberg y Gould, 1996)-, pues se considera que este factor distingue particularmente a los deportistas de élite de los de menor rendimiento (Gould, Weiss y Weinberg, 1981), ya que resulta fundamental para vencer el miedo a situaciones desventajosas, rendir adecuadamente, perfeccionar y/o adquirir las destrezas necesarias, esforzarse intensamente y fijar metas más altas.

En suma, la autoconfianza permite (al atleta de alto rendimiento, en este caso), activar emociones positivas, facilitar la concentración, perseverar en los objetivos, aumentar el esfuerzo, mejorar las estrategias durante la competencia e incrementar el ímpetu psicológico (Weinberg y Gould, 1996). La autoconfianza está estrechamente relacionada con la autoeficacia, que en la teoría de Bandura (1977, 1986) funde los conceptos de expectativa y confianza y se considera como “una forma de autoconfianza específica de la situación” (Weinberg y Gould, 1996, pág. 354).



La autoeficacia (la creencia o el juicio de una persona sobre sus capacidades para desempeñarse en algo) es un mecanismo cognitivo que media entre la motivación de las personas, los patrones de pensamiento y la conducta (Feltz, 1995). Respecto al alto rendimiento, la teoría cognitivo-social de la autoeficacia (Bandura, 1986; Feltz, 1984) resulta especialmente útil porque predice un buen desempeño dependiendo de ciertas fuentes de información sobre la eficacia (logros de ejecución, experiencias vicarias, persuasión y estados psicológicos) que suelen ser de gran calidad en el deporte de alto rendimiento (quizá más que en cualquier otro ámbito).

Por ejemplo, la autoeficacia es un determinante importante sólo cuando están presentes los incentivos apropiados y las destrezas necesarias (Bandura, 1986), ambas condiciones básicas del alto rendimiento.

En definitiva, muchos de los determinantes que hacen de la teoría de auto-eficacia una buena teoría se encuentran presentes con una calidad bastante superior en los atletas de alto nivel, como las experiencias de ejecución, el esfuerzo, la experticia y la eficacia física (fuerza, resistencia, etc.) que llevan a desarrollar patrones de conducta (persistencia, inversión de tiempo y esfuerzo) y pensamiento (interés, compromiso, planificación de metas, atribuciones) adecuados (Eccles y Wigfield, 2002). A este respecto, la auto-eficacia resulta también muy relevante para la motivación en el alto rendimiento, pues las intenciones de meta y las atribuciones (Bandura, 1989) median de manera muy consistente la auto-eficacia y la motivación cognitiva (Weinberg, 1992; Feltz, 1995).


En cuanto a la motivación, existen numerosas teorías e investigaciones al respecto que enfatizan en uno u otro aspecto del alto rendimiento deportivo, como la teoría de la motivación de logro (Murray, 1938), la teoría cognitiva de la atribución (Heider, 1958; Weiner, 1972) la teoría de la necesidad de logro (Atkinson, 1974; McClelland, 1961), la teoría de la asociación cognitiva (Dosil, 2004), la teoría de las metas de logro (Duda, 1993) y las teorías sociocognitivas (Bandura, 1977; Harter, 1980; Dweck, 1986). Muchas de éstas resultan útiles en el campo del alto rendimiento en tanto contemplan diferentes perspectivas (centradas en el deportista, en la situación o en la interacción de ambas) y diferentes aspectos de la motivación relevantes en aspectos distintos del alto rendimiento. Por ejemplo, la teoría de las metas de logro resalta el desarrollo de la competitividad, mientras que la teoría de la atribución resalta aspectos más socioemocionales, como la estabilidad, las expectativas y las influencias emocionales (Weinberg y Gould, 1996)

La teoría de la autodeterminación (Ryan y Deci, 2000) es quizá una de las más completas pues es en sí misma una macro-teoría de la motivación, el desarrollo de la personalidad y el bienestar; y además integra otras teorías importantes como la teoría de la motivación intrínseca y extrínseca y la teoría de la evaluación cognitiva (Deci, 1975; Deci y Ryan, 1985). Esta teoría define la motivación intrínseca como una tendencia natural del ser humano a buscar retos, novedades y oportunidades para aprender y destaca el rol que pueden tener los contextos sociales para la facilitación de esta motivación, así como la autonomía necesaria para auto-regular la motivación y auto-determinar el comportamiento.

Asimismo, la teoría de la autodeterminación subraya la regulación intrínseca de los motivadores externos (autorregulación de la conducta motivada) lo que deviene en un incremento de la necesidad de logro. Complementariamente, la teoría contempla el sistema valorativo del atleta y su concienciación e identificación con el mismo. Además, la sub-teoría de los contenidos de la meta sustenta adecuadamente la idea de que la fama o el dinero no mejoran la motivación porque no satisfacen las necesidades psicológicas de autonomía, competencia y emparentamiento, aspectos que se suelen dejar de lado en el alto rendimiento pero que resultan primordiales para la motivación.



Referencias

Bandura, A. (1977). Self-efficacy: Toward a unifying theory of behavioral change, Psychological review, 84, pp- 191-215
Bandura, A. (1986): Pensamiento y acción. Barcelona: Martínez Roca.
Culver, D.; Gilbert, W. y Sparkes, A. (2012). Qualitative research in sport psychology journals: The next decade 2000-2009 and beyond. The Sport Pyschologist, 26, 261-281
Dosil, J. (2001). Aproximación a la psicología del deporte. Orense: Gersam.
Dosil, J. (2003). A modo de introducción: visión diacrónica de la psicología del deporte en España. Revista de psicología general y aplicada, 56, 407-412.
Dosil, J. (2004). Psicología de la actividad física y del deporte. McGraw-Hill.
Eccles, J. S. y Wigfield, A. (2002). Motivational beliefs, values and goals. Annual review of Psychology, 53, pp. 109-132
Feltz, Deborah L. (1995). Comprensión de la motivación en el deporte: una perspectiva de autoeficacia, en: G. C. Roberts, Motivación en el Deporte y el Ejercicio. pp. 123-137, Bilbao: Desclée de Brouwer.
Feltz, Deborah, L. (1984). Self-efficacy as a cognitive mediator of athletic performance, en W. F. Straub y J. M. Williams (eds.), Cognitive sport psychology (pp. 191-198), Lasing, NY, Sport Science Associates
García-Naveira, Alejo (2010). El psicólogo del deporte en el alto rendimiento: Aportaciones y retos futuros, Papeles del Psicólogo, 31 (3), pp. 259-268
Martens, Rainer (1987). Science, knowledge and sport psychology. Sport Psychologist, 1, 29-55.
Serrato, Luis (2005). Psicología del deporte. Kinesis: Armenia
Vargas, Carlos Eduardo (1994). El deporte como objeto de estudio. Feriva: Cali
Weinberg, Robert S. (1992). Establecimiento de metas y ejecución motora: análisis y crítica. En G. C. Roberts (ed.), Motivación en el Deporte y el Ejercicio. pp. 215-239, Bilbao: Desclée de Brouwer.
Weinberg, Robert S. y Gould, Daniel (1996). Fundamentos de psicología del deporte y el ejercicio físico. Ariel S. A.: Barcelona

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